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3 medicamentos naturales que están en tu cocina


Cuando yo era jovencita, mí abuela me acercó un libro que se llamaba: "Mis observaciones clínicas acerca del limón, el ajo y la cebolla.", de Nicolás Capo. Ese libro era una maravilla para mí: hablaba de curas naturales de enfermedades que se decían incurables.


Mí mamá (muy de "su" época) sentenció que el libro era supersticioso y lo desterró a un rincón oscuro. Yo lo rescaté y me lo llevé conmigo. Me lo llevé -literalmente- en cada una de mis mudanzas. Y me lo llevé en el corazón como una inspiración.


Hoy volvemos a hablar de aquello que mí abuelita creía fervientemente: que el ajo es el mejor antibiótico, la cebolla es anticancerígena, el limón un poderoso antiséptico...


No estamos diciendo nada nuevo, ni hay que remontarse 10.000 años para encontrar esta sabiduría. Mí abuelita, sabía. Por eso murió "de viejita" -sin haber tomado más que una aspirina en toda su vida- y los médicos no podían creer lo bien que estaba.


¿Que nos pasó? Y bueno, la industria farmacéutica creció y creció, se convirtió en un descomunal negocio y se acusó de superchería el conocimiento ancestral, para evitar la competencia. Eso pasó.


Y lo pagó la generación de mi mamá, que arruinó su cuerpo con toneladas de medicamentos industriales que nunca lograron ni curar ni aliviar. Ella, por mas que confiaba en mi buena intención, estaba convencida de que "estas cosas de lo natural" eran cuentos de pueblo, así que nunca optó por ellas. Cuando el remedio no lograba su efecto, buscaba una medicación industrial más fuerte, más cara, más "moderna" y cada vez se puso peor hasta que su cuerpito no pudo más y partió de este plano. 🙄


Con esta nota, quiero honrar a estos 3 aliados. Mis plantas medicina de cabecera. Mis remedios de la cocina: cebolla, limón y ajo. Y de paso, honrar a las abuelitas que todavía mantienen la memoria de esta sabiduría milenaria.


Tenelos en cuenta. Y contale a tus nietos.

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